Edición: Marzo 2009

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El parque de los dinosaurios y los bandidos rurales

Don Pilar Rodríguez, que por entonces tenía entre 10 y 14 años, según cuenta, se encontraba a la orilla de una aguada al sur de la actual entrada al Parque. Su padre lo había mandado a buscar unos caballos, cuando con asombro vio la silueta de un desconocido que, con voz enérgica, le ordeno buscar leña para hacer fuego y calentar agua para unos mates. Su tono “no daba para desobedecer”, recuerda don Pilar. Tomaron mate, conversaron un poco y regresaron juntos hasta cerca de la casa donde se separaron, no sin que el extraño le hiciese prometer al niño que bajo ninguna circunstancia comentara el encuentro.

Y la verdad es que por entonces Pilar solo lo habló con su padre, quien le explicó que cerrara la boca porque el tal gaucho matrero no era sino el famoso bandido rural Juan Bautista Bairoletto, un ladrón considerado el vengador de los sufrimientos de sus amigos y justiciero fuera de la ley que solía frecuentar la zona refugiándose de la “milicia”, al igual que muchos otros menos conocidos. Junto a “Mate Cosido” (no por la infusión sino por su cicatriz en la cabeza) fue uno de los últimos y más famosos gauchos matreros de la Argentina. Pasado el tiempo el “Pilo”, que hoy confiesa unos 80 años y es el poblador mas antiguo de la zona, ha contado decenas de veces la anécdota, en base a sus recuerdos e incentivado por la búsqueda de alguna historia del lugar de muchos visitantes del Parque Nacional Las Quijadas. Nosotros no fuimos la excepción en nuestra excursión por este lugar que a simple vista nos remonta a los dinosaurios, pero donde también, en épocas mas recientes, a una parte de la cultura Huarpe (aquellos que habitaban la región de la Laguna Guanacache) que en los veranos se asentaban en la región para utilizar la arcilla de la zona; pasando por la época en que fue un área de refugio de los “fuera de la Ley” que perduró hasta la adolescencia de Don Pilar Rodríguez.

Dónde se encuentra

Sierra de las Quijadas está ubicada en el cuadrante noroeste de la provincia de San Luís. Hay que tomar desde esta ciudad la RN 147. A 120 kilómetros se encuentra el paraje de Hualtarán desde donde se toma un camino de tierra que se interna en el Parque y, luego de aproximadamente 8 km, se llega al Potrero de la Aguada. En Hualtarán está ubicada la oficina de censo y control de la Administración de Parques Nacionales, además de un reducido caserío y una escuela rural. Desde la ciudad de San Juan o desde el noreste de San Luis, se accede por la Ruta Nacional Nº 20 empalmando por la Ruta Nacional Nº 147. Hay que tener en cuenta que el acceso carece de señalización adecuada, y es posible transitarlo con cualquier tipo de vehículo.

El Parque completo abarca unas 150 mil hectáreas, y su creación fue para proteger un ecosistema serrano desértico representativo del Chaco Árido y del Monte, de gran valor zoológico, arqueológico y paleontológico. Uno de los motivos que influyeron en su elección como área protegida fue la existencia de una singular formación geológica en el centro norte de las Sierras, denominada “Potrero de la Aguada”. Consiste en un enorme anfiteatro natural rodeado en su totalidad de abruptas paredes de areniscas y aglomerados de coloración rojiza, en las cuales la erosión ha labrado las más caprichosas formas.

Nosotros fuimos al Parque tal cual se encuentra hoy, y caminamos por los senderos habilitados guiados por Marqarito Moreira, que nos contó algunas cosas mientras nos conducía en la guiada: “Mi nombre es Margarito Moreira. Soy Guardaparque de apoyo, que quiere decir que no salí de la escuela de guardaparques. Soy baquiano y conozco el lugar, soy de la zona y vivo a sólo 20 kilómetros”

Según el guía, “el nombre de Quijadas, por lo que cuenta la gente más antigua del lugar, responde a que allí se perdían gauchos matreros, bandidos rurales, que asaltaban las tropas de hacienda que pasaban desde San Luis a San Juan o viceversa. Ellos metían los animales acá en las sierras y luego los faenaban, para sacarles el cuero, que era lo que mas valor tenía en ese tiempo. Lo primero que ellos hacían era comer la parte de la carne de la mandíbula, que acá se llamaba quijada o carrete también, y de allí este nombre. Esa es una de las versiones. Otra parecida es que quienes le pusieron el nombre encontraron muchos restos de esas partes óseas y se le puso Sierra de la Quijadas. Y la tercera versión dice que desde una vista aérea se podía apreciar que la sierra tenía la forma de una quijada, sin embargo en ese tiempo no existían los aviones, por lo que esta no es versión que yo crea...”

“Hay muchas anécdotas del lugar”, recuerda Margarito. “Una se vincula al nombre de Potrero de la Aguada, que se aprecia en esta zona, y que dicen es porque antes la gente acá bajaba a pastar con los animales ahí en el potrero, y la aguada es porque tiene agua. Bueno ahí dicen que construían un tipo rancho, así, para que la gente pasara la temporada de invierno que era cuando no había agua en los campos del lugar...”

“En la zona hay muchos animales que son conocidos, como el guanaco y los cóndores. Uno de los pájaros que está en vías de extinción es el Cardenal Amarillo, que lo atrapan para comercializarlo porque tiene un costo muy alto. Otro que está medio extinguido es el Águila Coronada. Acá hace un tiempo se liberó un águila que estaba herida. La encontraron herida en un lugar que está de San Luis al norte. La rehabilitaron en Buenos Aires y la liberaron acá en Quijadas. Acá tuvo un procedimiento de un mes y pico, para hacerla practicar, para que aprendiera a volar nuevamente, porque estuvo más de un año en cautiverio para curarla. Le pusimos un sensor para tratar de ubicarla. Después la ubicamos un par de veces y bueno, por lo que se cuenta dicen que está para el lado de Mendoza, que cruzó el río Desaguadero. Por ahí aparentemente la vieron por el anillo. No la pudimos localizar mas porque por ahí al transmisor se le terminó la pila…”, cuenta risueño Margarito.

El clima y los servicios

El parque posee en la actualidad escasos servicios, que incluso no funcionan todo el año. Por esta razón, quienes deseen permanecer más de un día deben llevar casi todo lo necesario. La mayor infraestructura está en Hualtarán. Las estaciones de servicio son muy escasas, por lo que se recomienda buena provisión de combustible. La región tiene un clima árido serrano, con una gran aridez. Las jornadas y las estaciones del año tienen una gran amplitud térmica, por lo que se recomienda llevar abrigo. La precipitaciones son escasas, y la época primaveral y estival es muy calurosa. Tanto, que en algunos días se recomienda no realizar actividades luego del mediodía debido a las altas temperaturas. Las tres especies arbóreas más comunes son el quebracho blanco, el algarrobo negro y el retamo. Puesto que está declarada área protegida, dentro del Parque han quedado prohibidas la ganadería y la extracción forestal.

El Camping

En el lugar hay un camping muy modesto, de forestación rala pero donde muchos visitantes se quedan un par de días y algunos más. Está atendido por una mujer que también se encarga de la proveeduría, en representación de una comisión de fomento del lugar. Si se encuentra cerrado sólo hay que avisar y esta mujer se acerca y se pone a disposición. Cuando hay más gente en el camping incluso organiza comidas a la noche. Los sanitarios son químicos y aceptables. Lo curioso es que muchas veces predominan extranjeros entre los campistas, que se quedan por unos días para estudiar la zona. Será que nosotros no apreciamos el Parque tanto como los de otros países, que a pesar de las distancias conocen de su existencia y se asombran ante estos paisajes que remontan al periodo geológico conocido como jurásico.

Los primeros pobladores y los actuales

El Parque posee numerosas evidencias de antiguas ocupaciones de animales prehistóricos y también de grupos humanos. Por ello, es una reserva paleontológica y arqueológica de gran valor. En la zona se han encontrado numerosos yacimientos fósiles. Entre los animales extintos destacan restos de dos especies de pterosaurios o lagartos alados. Además, vestigios de un gran asentamiento de la cultura Huarpe se pueden ver a pocos kilómetros de la entrada. Se aprecian más de veinte “hornillos" o “botijas" y los estudios que se están llevando a cabo indican que probablemente estos hornos habrían funcionado para la producción de alfarería de gran calidad técnica, lo que da muestras de la habilidad de los artesanos indígenas. Se trata de una cerámica de color gris, de paredes finas y cocción pareja, con decoración de tipo incisa en doble línea perimetral. Uno de los hornillos se encuentra acondicionado para la visita del público, con la asistencia de los guías habilitados. Las especies animales más comunes que habitan el Parque son guanacos, pecaríes de collar, conejos de los palos, maras y pumas. También hay otras protegidas como la tortuga terrestre común, el halcón peregrino, el águila coronada, el pichiciego menor, el cardenal amarillo y la reinamora.

Visitas con los “Gauchos de las Quijadas”

Una particularidad del Parque, es que se ha formado una “Cooperativa de Trabajo Gauchos de las Quijadas Ltda.” integrada por guías de turismo que brindan durante todo el año el servicio de visitas guiadas dentro del Parque Nacional. Este se mantiene gracias al esfuerzo de un grupo de personas que mediante un sistema organizado de guardias permanentes esperan al visitante.

En la zona existen dos senderos peatonales de miradores, donde los visitantes particulares pueden transitar de manera autoguiada los recorridos que demandan aproximadamente una hora.

Las excursiones de “Las Huellas del Pasado”, “Farallones” y “Guanacos” se realizan exclusivamente con guías. Si bien éstos habitan en el lugar, es recomendable contactarse previamente con ellos por precios y horarios de excursiones en los diferentes momentos de año, en especial grupos de turismo. La Cooperativa se encuentra adherida al Club del Acampante y se pueden contactar con ellos por estos medios: Por teléfono: (02652) 490285 Por E-mail: coopgauchosdelasquijadas@hotmail.com

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