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Pueblo adorado de la Quebrada

Airelibredigital.com » Destinos
Autor: Nicolas Kugler, Diciembre 2009

A través de las nubes que en el verano velan el acceso a la Quebrada de Humahuaca, el trazado zigzagueante de la Ruta 9 trepa sin cesar desde la capital provincial. Deja atrás laderas tapizadas de un verde profundo, exuberantes, en busca de un ambiente más diáfano, de rocas al desnudo, con cardones que se multiplican hasta donde alcanza la vista y un conjunto de pueblos que a orillas del río Grande llevan el alma de la Quebrada. De todos ellos, Tilcara destaca en atractivos y en servicios turísticos. Mientras las abundantes lluvias estivales recargan los suelos, la gente celebra en los valles los ciclos naturales y se reúne en festejos ancestrales. Escenas de postales típicas se repiten casi al infinito, abrumando por momentos al visitante, quien encuentra reparo en la característica parsimonia del lugar.

Pueblo adorado de la Quebrada

Un pueblo junto al pucará

El antiguo pueblo de Tilcara en la banda oriental del río Grande y a 2.461 metros sobre el nivel del mar es uno de los mayores atractivos de la Quebrada de Humahuaca, por su arquitectura pintoresca, sus plazas sombreadas y sus quintas de cultivo, su pequeña feria de artesanías, su pucará reconstruido, sus numerosos museos y la diversidad de servicios turísticos que se ofrecen, entre una amplia diversidad de alojamientos y restaurantes. Tilcara es también una base muy confortable desde donde emprender paseos por la Quebrada o excursiones más largas hacia la Puna, al oeste, o hacia las Yungas orientales. Los cerros y quebradas aledañas abundan en hermosos circuitos para realizar a pie, en bicicleta, en auto, con o sin guía, con bellos sitios como Juella, famosa por sus duraznos, o la espectacular Garganta del Diablo.

Con la intención de preservar la herencia ancestral local Tilcara fue declarado Municipio Indígena, y es también el centro de numerosas celebraciones populares en los meses cálidos, como el Festival Enero Tilcareño y el Carnaval, a partir de febrero. Este pueblo es además la sede del Centro Andino para la Educación y la Cultura, en donde las artes -y en especial la música- son promovidas para una mejor calidad de vida. La consagración al arte de muchos de sus hijos se ve a su vez reflejada en la presencia de varios pequeños museos de pintura y escultura.

Sin embargo, es el célebre pucará situado a las afueras del pueblo la meta tradicional de todo visitante. Un paseo previo por el Museo Arqueológico “Doctor Eduardo Casanova”, ubicado frente a la plaza grande, se recomienda para enriquecer el conocimiento sobre la complejidad cultural de esta región.

Por la riqueza de su patrimonio, este museo es uno de los más destacados en todo el noroeste. El diseño de la muestra intenta representar el contexto regional y el local, desde los primeros grupos cazadores hasta la conquista española, con piezas de diferentes culturas andinas. Algunas salas representan exclusivamente las culturas del noroeste argentino y en particular, la puna jujeña y la Quebrada, con material arqueológico recuperado en las excavaciones del pucará de Tilcara y en hallazgos fortuitos ocurridos en la misma planta urbana. Al sur de ella y tras cruzar el río Huasamayo se accede al sitio de las ruinas del pucará, pueblo parcialmente reconstruido, que estuviera habitado hace casi un milenio. Se ha identificado aquí un sector de viviendas, uno de culto, una necrópolis y un área de corrales. Su ubicación elevada brinda hermosas vistas panorámicas de la Quebrada de Humahuaca hasta el Angosto de Perchel hacia el norte, y de la Quebrada de Huichaira, que se abre al oeste. Junto a la entrada a las ruinas, está el Jardín Botánico de Altura, adonde se puede ver una muy linda muestra de plantas autóctonas, con una increíble diversidad de cactáceas, y especies medicinales, aromáticas y comestibles.

Pueblo adorado de la Quebrada

Sabores quebradeños

Ya sea en sofisticados restaurantes, en comedores humildes o en la más rústica de las cocinas familiares, Tilcara ofrece la oportunidad única de probar alimentos autóctonos, preparados de múltiples formas en una exquisita variedad de platos. Con la incorporación de alimentos no americanos, la base de la alimentación en la Quebrada se compone actualmente de diferentes variedades de maíces, papas, porotos y zapallos, con carnes de vaca, cordero, llama, cerdo, cabra y gallina, y con el condimento abundante del ají, el comino y el pimentón. Además, pseudo cereales como la quinua y la kiwicha, frutos como el yacón, y tubérculos y raíces, como la oca y la papa lisa o ulluco, que habían permanecido desconocidos para la mayoría de los argentinos, se los ha reivindicado por su alto valor nutritivo y su producción es impulsada en la región a través del Proyecto Cultivos Andinos.

Sopas, empanadas, tamales, humitas y locro se suman en el menú local a otros platos que tal vez se ofrecen con menor frecuencia, como aquellos que incluyen carne de llama en su elaboración, o bien la salsa llajwa, hecha con locoto, un ají muy picante. O si no, bebidas como el api, que en base a la harina de maíz, constituye un desayuno andino bien nutritivo.

Un valle de fiesta

El Carnaval es una de las fiestas más populares de las muchas que hay en toda la Quebrada y se festeja en Tilcara y en otros pueblos. Semanas antes de su “desentierro” o inicio, ya el ambiente se aviva con bailes y coplas, las comparsas se reúnen a ensayar, se preparan los disfraces y se elabora chicha, ya sea de maní o de maíz. La mejor de estas bebidas es elegida el jueves de comadres, donde al ritmo de bombos, charangos, cajas, quenas y anatas (flautas de pico) se baila el saltadito. Ese día las mujeres se reencuentran con sus comadres, a las que tal vez no vean desde el carnaval anterior, echándose mutuamente talco y papel picado. Dos días después, las comparsas se dirigen a la apacheta correspondiente, junto a la cual está enterrado el diablillo o pujllay. Tras varias ofrendas a la Pachamama y el sonido de tres estruendos, se produce el comienzo oficial del carnaval con el desentierro de pujllay. Las comparsas bajan ya, con los diablos -el disfraz más común-, para el topamiento o encuentro con las mujeres que esperan para formar pareja para bailar. Bailes, bebida y comidas se suceden día y noche por ocho días en las calles y en las casas abiertas. Al caer la noche del segundo domingo, la música cesa y las comparsas encienden una gran fogata junto a las apachetas para el entierro simbólico del carnaval, mientras los diablos, entristecidos, se quitan sus disfraces.

Paisaje Cultural de la Humanidad

La Quebrada es un complejo paisaje cultural, de características únicas en el país por haber ocupado un lugar geográfico de privilegio a las puertas del rico mundo andino. Como un camino natural, la Quebrada fue por milenios una vía inmejorable de vinculación utilizada por diversos pueblos que habitaron regiones bien diferentes ecológicamente como el altiplano, las quebradas, y las selvas y bosques subtropicales.

Con una extensión de unos 170 kilómetros, entre montañas de más de 4.000 metros de altura, la Quebrada de Humahuaca forma una gigantesca y hermosa rampa natural extendida entre el borde de la Puna y los alrededores de la ciudad de San Salvador de Jujuy. Las montañas que enmarcan la Quebrada han sido intensamente falladas y plegadas, como puede apreciarse en la formación de la Paleta del Pintor (Maimará), o en la serranía del Hornocal (al este de Humahuaca). Allí, como así también en el conocido Cerro de los Siete Colores (Purmamarca) y en la Pollera de la Coya (en la quebrada de Yacoraite) han quedado al descubierto las múltiples capas de sedimentos multicolores que componen parte de estas montañas. Con la excepción del Angosto de Perchel y el Angosto de Yacoraite, en donde el valle se estrecha a sólo un centenar de metros, el ancho considerable de la Quebrada, que varía entre dos y tres kilómetros, permite el cultivo de cereales, hortalizas, flores y árboles frutales en terrenos mayormente parejos, regados por el río Grande o por los varios ríos que descienden por pintorescas quebradas secundarias y que confluyen en aquél. Son estas quebradas transversales, coloridas y más solitarias, que invitan a ser exploradas, las que permiten el acceso a través de altísimos pasos de montaña a la Puna hacia el oeste, o en menor medida, a las Yungas, hacia el este. En estos portezuelos es donde los lugareños brindan una ofrenda a la Pachamama y le agregan una piedra a la apacheta, reconocida como un montículo rocoso a la vera del camino.

A la llegada de los primeros españoles a comienzos del siglo XVI, la Quebrada estaba habitada por los omaguacas o humahuacas, que en realidad comprendían varios pueblos similares, como los omaguacas propiamente dichos, los tilcaras o fiscaras, los purmamarcas, los tilianes y los jujuyes, entre otras parcialidades. Ya desde fines del siglo XV la Quebrada recibía también la influencia de la cultura incaica, cuyo idioma, el quechua, se encontraba en plena difusión. En sitios estratégicos, los omaguacas construían poblaciones de difícil acceso, con viviendas de paredes de piedra, de las cuales el pucará de Tilcara es el ejemplo más notable de asentamiento antiguo en el valle.

Bajo el dominio colonial, el traslado de pueblos enteros, la presión laboral y fiscal y la reestructuración económica al servicio de la minería del Alto Perú cuando la Quebrada se convirtió en el paso obligado de grandes arreos de mulas y vacunos, cambiaron para siempre la vida en la región. Más adelante, durante las guerras de Independencia, la Quebrada, envuelta en una larga etapa de pobreza económica, fue testigo de los varios avances y retrocesos de las tropas libertadoras y de las realistas, así como también del trágico episodio del traslado de los restos mortales del General Lavalle. Con el auge del ferrocarril en el siglo XX, varios pueblos quebradeños se convirtieron en villas veraniegas, dando inicio al turismo que hoy conforma una porción esencial en la economía regional.

Pueblo adorado de la Quebrada

Otros pueblos de la Quebrada

Tumbaya es una antigua población en cuya vecindad se ubica una de las haciendas cuya historia se remonta a la época colonial. Se destaca la iglesia reconstruida hacia 1873 en el mismo sitio en donde existieran modestos templos desde el siglo XVII.

Con sus casas de adobe y calles que se empinan hacia los cerros coloridos de los alrededores, Purmamarca conforma uno de los rincones montañosos más pintorescos del norte argentino. Situado en una quebrada transversal a la de Humahuaca, al pie del Cerro de los Siete Colores, la calma habitual del pueblo cambia con el arribo creciente de visitantes y prestadores turísticos. En enero se produce un Encuentro de Copleros. Frente a la plaza que convoca artesanos y vendedores está el pequeño edificio del viejo Cabildo. También frente a la plaza está la antigua iglesia de Santa Rosa de Lima, y a su lado, un algarrobo antiquísimo regala una sombra generosa. Una inmejorable recorrida por las cercanías es el Paseo de los Colorados, que permite adentrarse en el corazón del roquerío multicolor.

En el borde del pueblo de Maimará y en lo alto de un morrito, sobre la RN 9, el cementerio con sus tumbas adornadas con flores de papel contrasta sobre el fondo de espectaculares pliegues rocosos de la Paleta del Pintor. A cinco kilómetros al sur en un agradable sitio de descanso se ubica la Posta de Hornillos, antigua hacienda que sirvió como posta y cuartel de las tropas patriotas, cuyo edificio colonial fue restaurado para albergar un pequeño museo histórico.

A poca distancia al sur de Huacalera y a la vera de la RN 9 se levanta el monolito del Trópico de Capricornio. Este monumento indica la línea imaginaria de los 23º 27’ de latitud sur, sobre la que, alrededor del 21 de diciembre, al mediodía, el sol se ubica en el cenit, marcando el inicio del verano austral.

En Uquía se destaca la iglesia de San Francisco de Paula porque en su interior guarda un retablo de madera finamente tallada, con lienzos pintados en vez de imágenes y pinturas de la escuela cusqueña que decoran las paredes laterales. Estas últimas representan a nueve ángeles vestidos como arcabuceros españoles, interpretados de esa manera curiosa por artistas aborígenes.

Humahuaca es la mayor población del valle y a 2.939 metros de altura, la que cierra por el norte el más transitado circuito turístico quebradeño. Preserva en su casco histórico construcciones de adobe sobre calles angostas y empedradas, iluminadas a la noche con viejos faroles. La actual Iglesia Catedral se levanta en el mismo sitio en donde ya a fines del siglo XVI existiera una capilla. El templo guarda en su interior un altar lateral de 1790 y como altar mayor, un hermoso retablo dorado a la hoja, con una imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, patrona de Humahuaca. También se puede ver la serie de Los Doce Profetas, pinturas de la escuela cusqueña del siglo XVIII. En una de las torres de la iglesia cuelga una de las campanas más antiguas del país, fundida en 1641. Hay también varios pequeños museos, un mercado en donde se aprecia la variedad de cereales y hortalizas de la zona, numerosos puestos y locales de venta de artesanías, y un puñado de prestadores turísticos que ofrecen alojamiento, comidas típicas y excursiones por quebradas y cerros cercanos. En lo alto del pueblo, un enorme monumento recuerda a los héroes de los numerosos combates sucedidos aquí durante las guerras de Independencia. Humahuaca es además un activo centro cultural, en donde se destaca el trabajo de la Casa del Tantanakuy y en cuyas diversas celebraciones religiosas y populares, como el célebre Carnaval o la fiesta de la Virgen de la Candelaria al comenzar febrero, se convoca a miles de visitantes. A 9 kilómetros al noreste de Humahuaca, en una hoyada poblada de cardones, se encuentran las ruinas de Coctaca, antiguo asentamiento aborigen y sitio de producción. Con unas 40 hectáreas de superficie, las pircas enmarcan lo que aparentemente serían numerosos cuadros de cultivo.

Notas de Destinos en ediciones anteriores

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EL PAISAJE ES MUY BUENO. PERO LA ESTADIA ES MUY CARA. UN HOSTEL EN HUMAHUACA RONDA LOS 450 PESOS PARA 4 PERSONAS. EL PRESUPUESTO SE VA LAS NUBES.

Comentario bajo el anterior sistema de WALTER | 11-02-2013

Hola amigos les cuento fui con mi esposa en el verano febrero 2010 y enero 2011 el clima durante el dia es caluroso pero al caer el sol baja la temperatura dias de lluvia no hemos tenido y a la noche seguro que usas una frazada se los recomiendo recoran salta,jujuy cada kilometro que hagan lo valen y los paisajes no existen en otros lugares saludos.

Comentario bajo el anterior sistema de ALEJANDRO | 26-03-2011

Nosotro viajamos en febrero del 2008, en 15 dias que andubimos por una parte de Tucuman, Salta y Jujuy. Solamente nos llovio dos veces y no mucho. Al mediodia hace bastante calor (Es cuestion de buscarce una vuena pileta y ya esta) por la noche es fresco (para un abrigo liviano). Las mejores horas para viajar es a la mañana y por la tarde (no al mediodia). Este año vovemos hacerlo nuevamente, porque nos encanta esas regiones. Viajamos en una trafit sin aire y lo hacemos encantado. Toda aquella persona que pude hacerlo se lo recomiendo, esta llenos de lugares hermosos. Saludos. Juan

Comentario bajo el anterior sistema de Juan | 03-02-2011

Muy buena nota, que a los que tenemos la suerte de conocer tan bellos lugares, nos da ganas de volver a visitarlos.-

Comentario bajo el anterior sistema de Nestor Diaz

mas q un comentario es una consulta. Tengo unas ganas locas de conocer Jujuy y solo podría ir en verano: como es el clima? realmene llueve muhco como dicen? Hermosa nota, estimulan el deseo de estar allí. Gracias

Comentario bajo el anterior sistema de claudia

claudia, yo vivo en catamarca, y debe ser casi el mismo clima, llueve poco y nada y hace muchisimo calor para ir en verano.

Comentario bajo el anterior sistema de panchi

Según lo que tengo entendido, aunque las dos veces que estuve fue en invierno, en verano suele llover mucho en los dos primeros meses del año. No se hoy día con respecto a la ruta 9 que es asfaltada, pero hace un tiempo atrás, las lluvias producían cortes en las mismas por la cantidad de agua, que provocaba la suspensiòn del tránsito por un par de días, hasta que las máquinas viales dejaban transitable la ruta. El mejor consejo que te puedo dar es que veas la página de la provincia, www.jujuy.gov.ar y ahí te ilustres. Saludos

Comentario bajo el anterior sistema de NORBEERTO

Yo fui en octubre y el clima es fantástico, hace mucho calor de día, el sol es muy fuerte, pero en cuanto baja el aire se pone bastante frío. Es un viaje espectacular!!!! digno de hacerse. Saludos

Comentario bajo el anterior sistema de Zulma

Nosotros tambien pensamos ir en verano a Salta y Jujuy con 3 niños, temo que llueva mucho en febrero, consulte con gente de alli y me dijeron, que no es asi, pero no estoy tan segura...Alguien que pueda contar su experiencia...Gracias

Comentario bajo el anterior sistema de gladys

yo fui en enero hace unos años y estuvo muy bien, hace un poco de calor en el día, y al sol, pero calor seco, no se sufre mucho. y de noche refresca bastante. nada de lluvia, no se como sera frecuentemente, pero para mi fue hermoso en verano. suerte!!! no se lo pierdan...es una experiencia muy intensa recorrer esa zona de nuestro país!!! buen viaje

Comentario bajo el anterior sistema de nati

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