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Multitudinario encuentro de motos en Diamante

Airelibredigital.com » Aventura
Autor: Leo Aragües, Noviembre 2010

“15 Años de Emociones” fue el lema que enmarcó a las más de 14 mil motocicletas que a fines de septiembre se dieron cita en la ciudad de Diamante. Bandas, juegos, carpas y anécdotas en el evento motoquero más grande de Latinoamérica.

Para quienes recorremos las rutas del país en motocicleta, Diamante es más que una ciudad. Es un maravilloso amasijo de emociones. A fines de septiembre esta localidad nuevamente nos recibió para vivir cinco días de amigos, motos, asados, carpa y rock´n roll en la decimoquinta edición del Motoencuentro, organizado por la Dirección de Turismo de la ciudad. El evento se llevó a cabo en el complejo Valle de la Ensenada, un maravilloso camping a la vera del riacho “De Las Arañas”, a 150 kilómetros de Rosario, y congregó a casi 25 mil almas.

 

Para quienes desconozcan este maravilloso mundo, me animaré a realizar una aproximación comparativa: ser motociclista es como ser hincha de fútbol. Unos tienen la camiseta de su equipo, otros la remera con la marca de su moto. Unos dejan todo y se van a la cancha, otros también y salimos a la ruta. Unos insultan al referí, otros a los agentes de tránsito. Unos cantan en masa, los otros vibramos con el rock. Unos brindan aún sin motivos, bueno… los otros también. Las pasiones son bien distintas pero se viven de igual forma.

 

Hay quienes utilizan la motocicleta como un mero medio de transporte o trabajo. Quienes somos motoqueros la entendemos como un estilo de vida.


Para mí el motoencuentro comenzó mucho antes del día de la partida. La semana anterior ya había empezado a separar el equipamiento, buscar mapas para refrescar el camino y a programar con “los muchachos” para ver quien iría. En este aspecto soy bastante previsor: no me gusta que falte nada, ni el jabón ni los escarbadientes ni los naipes (puedo llevar todo ya que acá no tengo que pedalear, la fuerza la hace mi Honda Tornado 250 cc.).

 

Nos juntamos en mi casa. Todo iba bien salvo la lluvia y Rubén, el “Lobito”,  que no llegaba. Sabíamos que estrenaría la novedosa Jawa Chopper 300 cc y tal vez necesitaba acomodar algunos papeles y ajustar algunos tornillos. Llegó con dos horas de retraso. No alcanzó a apoyar los pies en el suelo y detenerse para saludarnos que nosotros ya habíamos arrancado. Igualmente sabíamos que “pagaría cara” su demora, de alguna manera habría revancha.

 

El recorrido mereció nuestra máxima concentración, no es lo mismo conducir una motocicleta de día con el asfalto seco que de noche, abarrotado de cosas y con suelo resbaladizo. Si bien cada uno conduce su propio vehículo, también se encuentra atento a lo que sucede con los demás miembros de la manada, de eso se trata viajar en grupo.

 

Fue cerca de las 22 hs cuando llegamos a Diamante. No veíamos nuestros rostros pero sabíamos que detrás de cada uno de los cascos se encontraba una amplia sonrisa. Los bocinazos precedieron nuestro paso mientras saludábamos a los vecinos al mejor estilo reinas y princesas del carnaval.

 

Cien metros antes de la entrada encontramos el puesto de registro y control donde debimos apuntar nuestros datos y abonar. A cambio nos dieron (como en todo motoencuentro) una bolsita con una guía comercial, algo de merchandising y el infaltable sticker del evento para pegar en el parabrisas de la moto o en el casco, como lo hace Markitos.

 

Apenas arribamos a nuestro lugarcito de siempre, plantamos carpa y bandera bastante rápido. Cada uno desmontó sus equipos, armó su cucha y hasta delimitamos nuestro sector con la “cinta de peligro”. Los que venían demorados eran Markitos y el Macho, que habían conseguido una carpa como para 30 personas y nunca la habían armado antes. Fierros por acá, lonas por allá, tensores flojos y flojeras tensas hicieron que nuestra cena se demore un par de horas más. Cuando se levantó algo parecido a una carpa y observamos que no se iría a caer nos fuimos a comer algo al pueblo, porque en el predio ya habían cerrado los pocos puestos de comida que había hasta ese momento.

 

Tras rebotar en un par de boliches que habían cerrado sus cocinas, encontramos un kiosco que ofrecía “las mejores pizzas de Diamante”. Devoradas ellas y secas las copas nos fuimos a descansar. Yo guardé una botella con el poquito de jugo de naranja que había quedado, por si me daba sed en la carpa.

 

La noche-madrugada transcurrió tan tranquila como Markitos quiso: el es quien siempre sale y llega a cualquier hora con locas ganas de ponerse a embromar a los demás, aunque nosotros estamos acostumbrados a sus desveladas y sonoras manifestaciones.

Cerca de las 8 del nuevo día y poco antes de levantarme, sentí mis pies mojados dentro de la bolsa de dormir. Había llovido y aparentemente entró agua en mi carpa. Más luego averiguaría que Dani, con claras intenciones de fastidiarme, había tumbado mi toldito que funciona como ante carpa, ya que él argumenta que es inútil y antiestético. Los pliegues hicieron las veces de canaleta por donde drenó el agua hasta mis medias.

 

Húmedo, me desenvainé preparándome para el mañanero ritual del descarte de residuos orgánicos líquidos. Como no me gusta salir de la carpa apenas me levanto, he cultivado la costumbre de hacer pis en una botella que luego tiro. Todos envidian mi carpa con baño privado. Para la apuntada tarea utilicé la botella de jugo de naranja que había guardado de la cena en el kiosco. Al terminar, saque la botella y la puse debajo de mi ya remontado toldito ante carpa.

 

No alcanzó a calentarse la pavita sobre las brasas que ya estábamos todos despiertos y prontos a matear. Al ratito recorrimos el predio saludando a algunos otros viajeros, y contemplando motos. La movida estaba tranquila, como nos gusta a nosotros. Finalizada la ronda nos encontramos en nuestra base de acampe y descubrimos como Lobito había improvisado una especie de stand oficial de Jawa con unas banderas, algunos fierros sobrantes de la mega carpa y su flamante moto. Cabe aclarar que Lobito trabaja en una agencia de esa marca en Rosario. “¡Dejate de joder Rubén, no trabajas en Rosario y te querés hacer el que laburás acá en Diamante!” se escuchó en un aire que se llenó también de cómplices carcajadas.

 

A los mates se le sumaron unas crujientes tortas fritas que no llegaron a enfriarse cuando se escuchó la voz del Macho dándole forma a su característica y exclusiva frase: “Che, ¿que vamos a cocinar hoy?”.

 

La monada se inclinó, aún contra mi voluntad, hacia el pollo a la cacerola. Al momento de preparar nuestras motos para ir al centro en busca de las provisiones, descubro que me faltan las llaves. “Seguro que alguno de los pibes me las escondió”, pensé pero, pasaban los minutos y ninguno confesaba. Busque y rebusque en la carpa, en los alrededores de la moto y en cuanto bolsillo encontraba pero… nada.

Mi habitual serenidad se estaba viendo afectada por pensar en el terrible lío que significa perder la llave. Antes de alcanzar los umbrales de mi cólera y a punto de enfurecerme con el destino, Lobito me pregunta: “Che Leo, ¿puedo tomar de acá?”, yo de espaldas y sin saber a que se refería le dije “Si, si,… tomá”.

 

Al finalizar el sorbo Lobito comenta “Che, qué hijos de pu… le tiraron sal al jugo”. Mis ojos se expandieron de golpe, giré de inmediato y vi eso que no quería ver: Lobito había agarrado la botella-mingitorio y le había pegado un tremendo trago.

 

Me acerqué despacio y le dije: “Lobi, no te voy a decir que es lo que hay en la botella, tan solo dámela y no tomes más”. Las carcajadas del resto de los pibes, que siguieron atentos la escena, delataron el contenido del recipiente. Al instante Lobito comenzó  escupir, a correr al baño, a enjuagarse con crema dental y hasta se hizo buches de whisky, Esta sería la anécdota del motoencuentro 2010. Hay justicia en el Universo: ¡con ese trago pagó las dos horas de retraso con que llegó el día de la salida!

 

Finalizada la traumática situación encontré las llaves de mi moto en un lugar donde ya había buscado. Nunca lo confesó pero seguro que Dani, con su manifiesta vocación por fastidiarme, fue quien las había escondido.

 

Mientras el humo de la leña húmeda nos abrazaba, todos nos pusimos a colaborar con algún quehacer del almuerzo. A medida que las horas se sucedían unas a otras, más motos llegaban, con mas conocidos nos encontrábamos y más vueltas sumábamos recorriendo los stands y deteniéndonos ante el primer estímulo que llame nuestra atención: una moto antigua, un accesorio extraño, un personaje curioso o las curvas de alguna bella promotora.


La noche comenzaba a ganarle al día tanto como el cansancio a nosotros. Luego de algunos brindis más y de los choripanes gourmet, desconectamos el cable de nuestras bujías internas y fuimos a dormir, intentando conservar la chispa para el nuevo día.

 

El viernes trajo consigo los primeros esbozos del fin de semana motero más esperado del año. Cuando amanecimos el paisaje del predio seguía siendo el mismo, sólo que ahora se encontraba adornado de más motos, mas carpas y más gente. Mucha más gente.

 

Tal como habíamos quedado la noche anterior, José, Dani y yo preparamos nuestras motos para “pegar” una vuelta hasta Paraná y tomarnos un cafecito en la costanera. Cerca de las 10 ya estábamos en la ruta, experimentando esa maravillosa sensación de libertad y haciendo honor a las frases que dicen: “Solo un motociclista sabe por que los perros sacan la cabeza por la ventanilla de los autos”, o “No importa de que marca o cilindrada es tu moto, el viento es el mismo”, viviendo experiencias, sensaciones y -por qué no-, sentimientos que no los genera la motocicleta sino lo que uno hace con ella; igual que con la vida, esa vida que elegimos y que a su vez nos eligió, y que siguió abriendo su paso a través del incansable compartir de charlas, mates, una nueva vuelta por el predio o un vibrante rock´n roll.

 

Luego del mediodía, nada mejor que hacer la digestión participando de los juegos de destreza. Como en todo motoencuentro, son el toque de color al cual la sana competencia invita a participar: La carrera del mareado, la del mas lento (el último que llega gana, no vale apoyar los pies), morder la salchicha (cuelga una salchicha que el acompañante debe morder sin detener la marcha de la moto), y empujar el barril con la rueda delantera son los clásicos.

 

Además, Diamante tenía una sorpresa preparada: “La Máquina versus la Bestia”, con la participación de agrupaciones tradicionalistas de a caballo. La carrera era de slalom: un caballo y su jinete contra una moto y su piloto ida y vuelta en zigzag por entre los conitos naranjas. Frente al escenario mayor se llevaron a cabo estas pruebas, mientras nos deleitábamos todos con los eternos acordes del “Carpo”, porque donde hay motoqueros la esencia del “Carpo” (Norberto “Pappo” Napolitano) siempre sobrevuela el ambiente, ese ambiente del cual él sigue siendo parte y que continúa bendiciendo con su ronca voz cada vez que nos canta su maravilloso legado: “…nada como ir juntos a la par…”


Así vivimos los cinco días de este memorable Motoencuentro Diamante 2010, que incluyó los recitales de Ratones Paranoicos y Rata Blanca, y una casi interminable caravana.

 

El evento finalizó el domingo, pero quedan aún muchos kilómetros por recorrer, muchos paisajes por contemplar y muchos nuevos amigos por encontrar desandando caminos como siempre: juntos y a la par.

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muy bueno el relato che deja de comer tanta sal asi el brevaje proximo sale mas ligth jajajaja salud !!!!!

Comentario bajo el anterior sistema de hector | 07-12-2013

salgo de general pico se acepta moteros con buena onda

Comentario bajo el anterior sistema de tito | 22-07-2011

Muy bueno el relato, ameno, didactico, entretenido, por favor, para cuando el próximo encuentro? vivo en San Martin, Buenos aIRES y quisiera conocer a alguien de esta zona para que me haga compania, tengo una Mondial 250 y muchas ganas de participar.

Comentario bajo el anterior sistema de EL NEGROROBAINA | 19-01-2011

hola amigos los encuentros son asi.....mucha camaraderia , mucha buena onda , todos amigos ....muy lindas mujeres.....mayoria rebuenas , mucho fierro y del bueno , cromados .vale la pena ir, noson motoqueros son motoviajeros , los primeros son chorros eran los que bajaban de la favela para delinquir(no confundir)Un salu2 mov.solid en 2 ruedas.

Comentario bajo el anterior sistema de juan alberto

Muy bueno Leo.... Que bueno es tener una moto, y poder conocer gente como vos.... Y al que se le ocurra comprarse una moto, le digo q esté preparado, en el camino se puede encontrar gente, q le harán llenar el corazon de nuevas alegrías y emociones.... Gracias amigo!!!!

Comentario bajo el anterior sistema de Dani

Tíooo excelente!! Yo estuve ahi, fue una locura. La foto con el shadow que tien el sidecar es un conocido mio!! jajaja Quien de uds fue a cubrir ese evento? Que ganas de tener una moto!!!! TE QUIERO MUCHO

Comentario bajo el anterior sistema de Sofia Geertsen

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