Edición: Marzo 2010

• 
• 
• 
• 

La leyenda rodoflotante

En mis anteriores años como acampante, había practicado esta actividad de todas las formas posibles: con carpa, con tráiler-carpa, y con un furgón Volskwagen equipado. Con el tiempo, decidimos comprar una casa rodante, para tenerla siempre lista para salir. Teníamos en claro que debía ser liviana porque si no, el auto mediano que teníamos no la arrastraría. Por experiencia, sabíamos que las casas rodantes metálicas requieren de un vehículo de tiro grande y potente. Un viaje a Bariloche con una Rodar 26 tirada por un Ford Falcon nos hizo ver cómo se podía llegar a bambolear de lado a lado. Por eso, empezamos a pensar en algo de fibra de vidrio.

En campings, encuentros y charlas varias habíamos notado que al hablar de casas rodantes, quienes tenían o habían tenido una Boyita hablaban maravillas de ella, y motivados por eso empezamos a buscar una.

A través de varios buscadores de Internet comenzamos a buscar información y dimos con el Foro Rodanteando. Sergio Gesto, desde Rio Gallegos -el creador del sitio Web Rodanteros y del Boyita Club aún vigente- daba abundante explicaciones técnicas sobre la misma y decía: “La felicidad cabe en una Boyita de 3,50”. Luego de ver varias, optamos por comprar una que vimos en la Zona Oeste del Gran Buenos Aires, a la que tuvimos que cambiar amortiguadores, cojinetes y colocarle un inodoro náutico.

Nuestro primer viaje fue a la costa atlántica. Así comprobamos que su tenida en ruta es excepcional. En las estaciones de servicio nos preguntaban si realmente flotaba. Al verla en el camping, nos parecía simpática, y en el viaje de vuelta un intercambio de luces con otra nos dibujo una sonrisa y nos dimos cuenta que las leyenda era cierta. Ya estábamos, como tantos otros, alucinados por la Boyita.

Génesis de una idea

Ya como moderador del BoyitaClub, me llamaba la atención el desconocimiento que había sobre la historia de este invento tan curioso, fruto ejemplar de la técnica y la creatividad argentinas. Por eso, me propuse comenzar a investigar sobre el tema. Luego de una búsqueda incesante y en forma casual, mediante el correo de lectores del Diario La Nación, conseguí contactar al inventor y concretar la primera entrevista en la antigua estación de Trenes de Bartolomé Bavio, donde estaba probando el su nuevo chiche: el Tecno Tren, un vagón propulsado con un motor de Fiat Duna diesel de 1.700 cc que permitirá aprovechar las vías abandonadas de nuestro país para transportar hasta 60 pasajeros, y que puede verse aquí.

El nombre de esta persona excepcional es Jorge Beritich, un inventor, emprendedor y técnico mecánico graduado del histórico Otto Krausse de 73 años. Su narración me fue llevando por la génesis y los primeros pasos de las Boyitas. En la década de 1960 Jorge trabajaba en la fábrica de carrocerías “El Detalle”, una empresa que desapareció en 2006, pero que por más de 30 años lideró el mercado argentino de equipamiento de vehículos de pasajeros.

En la fábrica habían decidido expandir su producción construyendo casas rodantes. Llegaron a fabricar unas veinte que, si bien estaban totalmente equipadas, terminaron siendo muy pesadas para este tipo de vehículos, ya que llegaban casi a los 1200 kg. Así Jorge reconoció que si el problema era el peso, “la liviandad era un mérito”, y debían construirse con carrocerías de materiales livianos, como la fibra de vidrio. Para aumentar la resistencia decidió darle la forma abombada característica de estas casitas.

Por esos años un astillero argentino había hecho un camper cuya parte superior era un bote, pero era dificultoso retirarlo. La suma de ambas ideas (casa + bote) le pareció atractiva, y pensaron ¿por qué no hacerla flotante? Para su proyecto tuvo la ayuda de varias personas entre ellas el ingeniero Mario Eleonori, quien también participa del proyecto TecnoTren. La “partida de nacimiento” lleva el Nro. 13.750 del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial de la Argentina, y está fechada un 22 de enero de 1970.

La primea fábrica de Boyitas estuvo en la localidad bonaerense de Martínez, en la calle Santiago del Estero, mientras que sus oficinas comerciales estaban en San Lorenzo 1601 de Olivos. Los chasis se realizaban en un taller cercano al de carrocerías El Detalle. Luego se fabricó en otro predio de la localidad de San Fernando, y dada la gran demanda que tuvieron, decidieron adquirir un terreno mayor en la avenida Einstein 513 en el Parque Industrial de Garin. Las dificultades económicas de la Argentina de la década de 1970 fueron de la mano de las políticas, y eso hizo que el mercado cambiara y las ventas se estancaran. La producción de Beritich fue desde 1969 hasta 1980, y se llegaron a construir unas 1500 unidades que además de venderse en Argentina se exportaron a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay, Paraguay, Puerto Rico e incluso a Alemania. En 1987 estuvo a punto de vender los moldes y matrices, pero la operación no se concretó hasta un año después.

En 1988 las comenzó a producir José Luis Seoane, quien lo hizo por dos años más. En esa época, en base a la experiencia náutica le fue modificado el tanque de agua, posibilitando de esa forma que simplemente enrollándolo fuera extraído. A pedido del cliente las unidades se entregaban con neumáticos Nro. 8 o 10. La modificación para colocar este último ya había sido prevista por Beritich. Además, se les colocaban unas mazas reforzadas que mantenían el ancho de trocha. Esto agregado al bajo centro de gravedad le permitía a la casa tener una estabilidad excepcional.

Algunas características técnicas
Las Boyitas se fabricaron con dos modelos de baños. Las más antiguas con tabla y bolsita, aunque después se le colocó la primera generación de inodoros químicos que se conocieron en el país. En su historia tuvo tres tipos de circuitos eléctricos. El primero fue de 6 voltios, y los dos restantes de 12 voltios. Por su parte, los 30 tanques de agua originales se realizaron de fibra de vidrio, aunque después se los hizo de polietileno, para permitir reparar pérdidas más fácilmente.

Algunos modelos tenían hasta tres cuchetas las cuales se apoyaban sobre ganchos soldados a una estructura metálica colocada en el interior de las dos cáscaras. Los modelos posteriores tenían ventilación en el techo en la zona de la cama matrimonial, y cocina cuyo mueblecito tenía también una puerta lateral para guardar vajilla. Considerando que es “la mujer la que al igual que en una casa decide el equipamiento del baño y la cocina”, en algunas se la equipó con cocina con horno.

Como accesorios náuticos se fabricaron un soporte tipo asiento de bicicleta para manejar el motor fuera de borda y un bastidor con sogas tipo catre que se anexaba a la borda. Otros elementos eran las prensas C para colocar una mesa afuera fijándola a la borda, un peldaño para ampliar el escalón, patas posteriores para equilibrarla y trípodes en el frente. Siempre vino equipada con barras de torsión, y los neumáticos eran de cuatro telas con compuesto de neumáticos para camión, lo que garantizaba de 30 a 40 mil kilómetros de uso. Su peso completamente equipada ronda los 400 kilogramos, un tercio de la vieja casilla que comenzaron a fabricar en “El Detalle”. En pruebas que se realizaron se la llevó hasta los 150 km/h con una estabilidad sorprendente, y se notó que de reventar un neumático en ripio apenas se alteraba su estabilidad.

Aunque fue concebida para el uso en lagos o lagunas, fue probada en el mar, en San Clemente del Tuyu y Puerto Madryn. En el río se la utilizo frecuentemente –como decía Beritich- cerca de la costa y "mirando hacia arriba por si hay tormenta". También se sabe que en la zona del Tigre hubo dos casitas durante largo tiempo a flote, amarradas, a las que se utilizaba los fines de semana. Una edición especial fue la Boyita 250, con casco de bote y tapas plegables. Algunas boyitas navegando pueden verse haciendo click aquí

José Luis Seoane fabricó las Boyitas hasta 1990, aunque luego siguió comercializando los repuestos que tenía stock, durante unos cuatro años más. A pesar de eso, aún hoy está dispuesto a ayudar y aconsejar a los usuarios que lo soliciten. Actualmente las Boyitas no son fáciles de conseguir, por el fanatismo de sus propietarios y las pocas unidades existentes en el mercado, aunque por lo mencionado en primer lugar y por su calidad de fabricación, suelen estar en buen estado. Una completamente equipada y bien conservada puede rondar los 13 a 17 mil pesos.

Mi entrevista con Beritich terminó con la satisfacción de haber conocido a alguien a quien se supo definir como “Imaginero”. También, con la firme convicción que no tiene una idea real de la magnitud de su invento, y de cuanta gente actualmente es fanática de la Boyita, que realmente es una “leyenda rodoflotante”.

Ernesto Orlando Castro
www.boyita.blogspot.com

Fotos:

Imagen 1 y 2: Ernesto Orlando Castro www.boyita.blogspot.com
Imagen 3: BoyitaClub www.boyitaclub.4d2.net

Notas de Rodantes en ediciones anteriores

• Más espacio = más comodidad
• Llegar y parar donde pocos pueden
• El mercado del usado

» Todas las notas de Rodantes

El espacio de los lectores

Dejá tu comentario sobre está nota: